Good bye, sweet avatar

domingo, octubre 14, 2018 yonneland 0 Comments


Que sí, que a lo mejor me estoy haciendo vieja para seguir con estos dilemas de adolescente
Que a lo mejor mis ideas son pueriles, pues nada, que me delate mi inmadurez y que te confunda mi edad.

Da igual lo que diga mi signo, a mi me cuesta no idealizar el pasado, a mi me cuesta mucho pasar página y más que tener miedo a perder el amor -siempre que pensé que lo tuve- de hecho le tengo mucho más miedo a tener que reinventarme.

Recuerdo una publicación vieja de un amigo en la que se quejaba de que cuando una relación se acaba nos encuentra en un proceso de transformación que tenemos que parar y aparte de que cuesta pararlo, cuesta deshacerlo y retroceder. Una separación nos encuentra jugando una partida de un juego en el que pensabas que te estabas perfeccionando y antes de acabarlo te das cuenta de que ya nadie más está jugando contigo, y que no hay nadie que conozca ese juego, que hace tiempo que se ha descatalogado y que el último otro jugador ha abandonado. Además, sería un insulto pedirle a alguien que siga de donde el otro lo ha dejado. Y así el duelo empieza por empezar a olvidarte de tu rol, por volver a ser más o menos neutral para que puedas, con suerte, empezar otro juego con otra persona.
Ah, que tú no quieres así? Pues yo sí.

Y así me encuentro de nuevo en mi estado neutral, en el que estoy acabando de soltar las últimas manías adorables adquiridas en el último juego. Y en este momento me encuentro con ese pequeño soplo de aire que me falta, cuando ya le doy la espalda a mi avatar. Cuando le doy alas a otras pasiones que ya no tienen nada que ver con las últimas.

No es la primera vez, ojalá sea la última. Pero añoro a mi avatar, tal como añoré y tuve que olvidar a la anterior, la saludo desde lejos y le recuerdo que me había encantado esa versión de mi misma.


0 pareri:

Redundant mindfucks

lunes, octubre 01, 2018 yonneland 0 Comments


Me pasa mucho, y a menudo, de hecho casi siempre que no me quedo dormida viendo algo.

Cuando las luces se han apagado, e incluso el móvil lo he dejado de lado con la intención de ponerme a dormir, durante un instante, o dos, parece que se me juntan las noches, se me junta una multitud de recuerdos, más que en cualquier otro momento del día, y todos me sorprenden en otro momento, con otras personas, o con otras sensaciones en el alma. A veces entrelazados, a veces conectados por ser totalmente opuestos y en contraste con el recuerdo anterior.

Y así recuerdo cómo me sentía unos minutos antes de quedarme dormida cuando vivía aún con mis padres, cuando tenía la ilusión del futuro que me lo prometía todo.

O cuando me iba a ir de acampada al día siguiente, y la noche no se estaba pasando lo suficientemente rápido para que fuera ya mañana, y encima con insomnio para que pareciera más larga aún.

¿Sabías que durante 4 buenos meses antes de irme a la cama hacía unos buenos abdominales noche tras noche a la luz tenue de una lámpara de mesa? Qué manera de perder el tiempo. Si está claro que estas cosas no me duran, ¿por qué me sigo mintiendo?

O cuando en casa de mi hermana me imaginaba que su marido y ella se estaban acostando y eso me provocaba curiosidad. Es que siempre he sido una pequeña rebelde con curiosidades para estos temas.

O como en casa de mi abuela me iba a la cama del aburrimiento y sólo me alegraba la idea de que mi presencia ahí hacía que mi hermano pequeño no se sintiera tan solo. Y cuando pienso en eso, inevitablemente recuerdo esa noche cuando después de haberme quedado dormida, mis padres me llevaron a nuestra casa y mi hermano se quedó con mi abuela. Y lloraba, porque la soledad, y saber que no tenía con quien hablar y jugar hacía que los días le parecieran muy, demasiado largos, y yo lloraba porque aunque tampoco me gustaba estar ahí la idea de que mi hermano se quedara sólo me dolía aún más. No sé por qué acabo de pensar en esto ahora... sólo sé que ahora lo echo de menos... en fin, vuelvo a mi tema.

Porque también me reencuentro en esas noches que no me recuerdan a algo en especial, solamente a la sensación de estar en otro sitio, en la casa de mi hermano, con esa moqueta oscura en el suelo que no había cortado muy bien, y ese armario que me lo había comprado con mi primer sueldo de camarera, que desde el día uno casi se me caía encima.

Y recuerdo noches de hotel de mi último trabajo, esa sensación de querer no estar ahí, cuando no podía disfrutar de mi presente, cuando el culpable no era el sitio sino la compañía, mejor dicho, la filosofía de las personas de las que estaba rodeada y el estar haciendo lo que no me apasionaba.

Y por supuesto, siempre me paso unos instantes por esa época en la que amaba, y que ahora esos unos cuantos años se resumen a unos cuantos, pocos recuerdos, porque realmente no sólo que se nos pasa, sino que el olvido realmente significa olvidar.
Recuerdo cuando, como ahora, la luz estaba apagada y esperaba a que me entrase el sueño, y le escuchaba la respiración y notaba su mano caliente cogiéndome en el sueño de mi nalga izquierda; estaba segura de que eso iba a durar toda la vida, y que cualquier idea de que eso se iba a acabar algún día me rompía el alma y la alejaba de mi mente. Pero me miro ahora y me veo ok, y que no ha sido para tanto, que esto de estar en mi propia compañía no es tan malo como pensaba que iba a serlo, que en realidad me gusta dormir sola y que los abrazos nocturnos me quitan el aire.

Y así, pasando de recuerdo en sensación, y de memorias del pasado en los que tenía miedos e ilusiones a un futuro que ya pasó, se me disminuye el presente sabiendo que es sólo un instante más, que ya muy pocas veces llega a hacerme sentir gran cosa. This too shall pass. Aunque sea bueno o malo.

Ya no sé el por qué, sólo sé que esto sigue, que no se está ni demasiado mal, ni demasiado bien, y, por suerte tengo bastantes estímulos que me mantienen alejada de comerme la cabeza extremadamente a menudo.

Pero pase lo que pase, y haga lo que haga, mis pocos minutos de insomnio antes que quedarme dormida, me obligan a hacer estas pequeñas confesiones involuntarias de estados de ánimo presentes enlazados casi siempre a la misma cadena de sentimientos, miedos, esperanzas, logros, alegrías y tristezas pasadas, e inevitablemente me pregunto dónde estaré unos cuantos años desde hoy, cuando no recordaré esta noche, ni esta pequeña pausa de reflexión por ser demasiado insignificante.

0 pareri: