Story
Anna
Sabía que Carlos, igual que Salva
hacía unos años atrás, estaba enamorado de ella, y disfrutaba de sus cumplidos,
de su atención y devoción, y de los besos que les dejaba dárselos, de los
juegos con almohadas y de algún polvo que la hacían sentirse mujer. En
resumidas cuentas, la trataban como a una princesa y la follaban como a una
reina.
Pero no estaba enamorada de
ellos, no tenía la ilusión de ir caminando por la calle a su lado, de enviarles
fotos de ellos a sus amigas, los mantenía a su lado porque le subía el ánimo, y
ellos ya sabían en lo que se habían metido.
Pero esta noche Carlos estaba
harto de ella, de sus altibajos, de sus inseguridades, de sus “tira y afloja”,
y mira la tele callado, con una cerveza en la mano y sin prestarle mucha
atención a ella.
A veces lo hacía con intención,
para provocarla, para echarle en cara que está a punto de perderlo si no hace
nada, pero esta noche sabe que los ultimátums no funcionan con ella, que le
cerraría la puerta antes de darle una oportunidad, así que sigue ahí, en el
sofá, sin ganas de irse y tampoco de quedarse. Mirar la tele sin pensar en nada
le favorecía. Qué más daba que ella estaba quieta y en su suave pijama de
camiseta de tirantes y pantalones cortos que dejaban verse demasiado cosas para las miradas de un solo amigo. Con su melena suelta y las manos jugando con el gato que la mordía de vez en cuando Anna parecía ausente.
Justo cuando la película se pone más interesante Anna empieza a hablar. ¡Maldita sea! Quiere que mire películas con
subtítulos porque la señorita no mira películas si no están en Versión
Original, y después se pone a hablar cuando estoy concentrado en leer esos
subtítulos minúsculos.
Carlos pulsa el botón de pausa y
la mira. “Qué decías?”
“Que hoy llega Marta, la chica de
AirBNB. Se quedará una semana. Sabes que le gusta el flamenco como a ti?
“Ah, vale” ¿Y a mí qué me importa? Pensando para sí mismo.
La película llega al final. Anna
está dormida, y el gato está quieto al lado de Carlos que sin darse cuenta
llevaba buenos minutos acariciando. Se escucha alguien en la puerta. Carlos se
levanta y abre.
“Hola, soy Marta, creo que ya nos vimos la última vez que me
quedé en casa de Anna. Esta vez me quedaré sólo un par de noches”
“Sí, Anna me lo comentó. Supongo
que ya sabes dónde están todas las cosas. Ella se ha quedado dormida en el sofá
mirando una película. ¿Quieres que la despierte?
“No, qué va, voy a dejar las
cosas en mi habitación y después voy a salir a dar una vuelta y a cenar”
“¿Y, ya has hecho amigos en
Valencia?”
“Unos cuantos, gente a la que le
gusta el flamenco y tal, unos pocos raritos, pero buena gente. A Anna no le va mucho ese rollo, pero para mí
es ya más que una afición”
“Sí, a Anna no le va eso. De
hecho a mi me encanta y nunca se quiere venir conmigo.”
“Pues podrías venirte conmigo y
quedar con estos amigos. A lo mejor incluso conoces a alguno de ellos, como eres
de aquí.”
“Sí, es posible. ¿Cómo se llaman?”
“Buf, a ver, son unos cuantos, no
sé, hay uno que se llama Alberto, está Rocío, Miriam, Luís, uno que se llama
Pablo o Pedro, y unos cuantos más. Mira, ¿Por qué no te vienes ahora y los
conoces? Sólo salimos en plan unas birras, seguro que en una hora y pico
estaremos de vuelta.”
Carlos mira hacia el salón. Seguro que me lo paso mejor que aquí.
“Bueno, no estaría mal. Pero,
¿seguro que no les molestará a tus amigos?
“Qué va, si esto es algo muy
informal. Además, seguro que les caes bien y todo.”
Carlos se coge la chaqueta y sale
con Marta.
Ya está, aquí no vuelvo.
...
Anna se despierta cuando ya es
bien de noche. Se da cuenta de que Carlos ya no está. Coge al gato en los
brazos y enciende la tele. Le habían recomendado una serie de Netflix recientemente.
Ya tiene plan para este finde. Y vino.
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