Hoy puede que sea San Valentín, pero yo no creo en los santos
Le tengo miedo a la muerte.
Definitivamente.
Pero no a la mía, ni de lejos. Sino...
Te lo digo y te ríes, porque siempre te has visto un invencible. Yo no...
Antes
Tu confianza me cautivaba,
ahora,
Tu debilidad me enamora.
Mientras duermes y sueñas con cosas y personas que no recordarás mañana, yo me quedo despierta, leyendo alguna tontería y escribiendo otra. Es entonces cuando sólo se escucha tu respiración, ese sonido tan regular si tan preciso. Las he contado, son 16... Recuerdo que de pequeña me dijeron que lo normal es que sean 17... Habré contado mal... O recordado mal... O es que estas muy relajado...
Con los dedos mucho más fríos que tu cara acaricio tus mejillas, y me acerco para darte un beso... Ojalá no te despiertes. Como siempre, te tengo cariño.
En este mar de ganas de ti que siento en alguna parte dentro, o fuera, o alrededor... se mantiene esa duda, ese miedo...
¿Y el día que ya no estés?
Sacudo la cabeza y me consuelo pensando que para eso falta mucho, que somos jóvenes, y nuestra vida aún no ha empezado del todo, y que a lo mejor para cuando seamos viejos se me pasará el cariño, o, el miedo...
Hasta entonces, mi dormilón, duerme bien, y conduce despacio, y mira dos veces antes de cruzar la calle, porque sí, ahora más que nunca...
le tengo miedo a la muerte.
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